domingo, 20 de mayo de 2007

Menos presiones sobre el peso

Debido a la existencia de nuevos factores de tipo estructural, existe una inflación mundial que no va a ceder por un tiempo. El principal motor de esta suba de precios ha sido el consumo de los últimos años de los EE.UU., aún a costa de una tasa de ahorro negativa y consumidores viviendo el presente y empeñando su futuro. Esto, sumado a la globalización y la apertura, dinamizó el crecimiento de los mercados emergentes, muy por encima de las tasas de los llamados países centrales. China e India han liderado este proceso, a partir de exportaciones de productos a EE.UU., Europa y recibiendo inversiones de empresas de los países del G7.
Este proceso incorporó al consumo a millones de personas, lo que produjo un salto en la demanda de productos transables y commodities por encima del crecimiento vegetativo. Y esta es la raíz del cambio estructural al que nos referimos. En los últimos 5 años el cobre subió 400%, el níquel 615%, el petróleo 170%, el aluminio 105%, la soja 50%, el trigo 94%, la carne vacuna 40% y el mineral de hierro 165%.
La principal herramienta de EE.UU. para frenar la inflación fue la tasa. La Reserva Federal subió la tasa de referencia de 1% a 5,25% en menos de 3 años para que la inflación no supere el 2% anual. Sin embargo, este esfuerzo está llevando a que se devalúe el dólar, con menos crecimiento y sin bajar la inflación.
En nuestro país, la autoridad monetaria no tiene margen para trabajar sobre la tasa de interés. Esto es así porque los préstamos bancarios al sector privado representan sólo el 10% del PBI. El crédito interno bancario privado es muy bajo, en torno a US$ 20.000 millones, lo que implica que una suba de la tasa tendría efectos muy limitados sobre la economía real y la inflación.
Luego de la crisis de 2002, la Argentina viene creciendo a un ritmo superior al 8% con un bajo nivel de inversión. Un crecimiento en estas condiciones donde la demanda de bienes supera a la oferta, es un disparador de presiones inflacionarias.
Para que el excedente de pesos (dólares) originados en las exportaciones no se dirija a los precios, lo que le queda al BCRA es esterilizar el incremento de oferta monetaria. Con este fin, la autoridad monetaria se valió de Repos, emisión de Lebac y Nobac, y de la ayuda del Tesoro Nacional para evitar efectos no deseados sobre el nivel de precios y las tasas de interés.
En ausencia de un prestamista de última instancia a nivel internacional, el BCRA ha ido acumulando divisas con el objetivo de erradicar la vulnerabilidad externa que caracterizó a nuestra economía en las últimas décadas. Dicha política y el estricto control de los agregados monetarios se enmarca en el objetivo primario de preservar el valor de la moneda. Además, a diferencia de otras épocas, la autoridad monetaria no asiste al Tesoro ni al sistema financiero.
Durante el 2006, el agregado monetario del circulante más depósitos en cuenta corriente se mantuvo por debajo de la evolución del PBI nominal, por lo que comenzaron a reducirse las presiones inflacionarias por incrementos en la cantidad de dinero en el sistema.
Es de esperar que sigamos enfrentando presiones inflacionarias, pero no perdamos de vista que hace sólo 5 años, enfrentamos una de las peores crisis de la historia argentina; y recrear la confianza de depositantes e inversores implica no sólo trabajo y buena administración, sino también el paso del tiempo.

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